En esta página hablamos de cultura libre y es de eso de lo que voy a hablar ahora, aunque a ratos no lo parezca.
Casi sin excepción, estoy todos los martes cerca de las siete de la tarde en la plaza brasil, al frente del galpón Víctor Jara (el cual se encuentra cerrado por la corte suprema). Ahí me encuentro con un grupo de gente de todas las eda
En esta página hablamos de cultura libre y es de eso de lo que voy a hablar ahora, aunque a ratos no lo parezca.
Casi sin excepción, estoy todos los martes cerca de las siete de la tarde en la plaza brasil, al frente del galpón Víctor Jara (el cual se encuentra cerrado por la corte suprema). Ahí me encuentro con un grupo de gente de todas las edades, estudiantes de las más variadas carreras, obreros de la construcción, profesores de música,bomberas, y un largo etcétera. A todos nos une una cosa: amor por la cueca. Algunos llegan con panderos, otros con guitarras, acordeones, platos, de vez en cuando algún cajón peruano, pero todos con pañuelo. Se arma la rueda, empiezan las cuecas y con la música van saliendo las parejas. Nunca falta el que saca un vinito escondido en una bolsa plástica para que los pacos que aparecen de repente no le saquen parte. Con el vino la gente se anima más y las parejas se van poniendo más coquetas. Siempre aparece uno que otro turista que se acerca un poco tímido a sacar fotos pero que acaba con clases personalizadas de cueca. En el galpón la gente viene